* Alfredo Alaniz Downing / Sept. 14, 2017 / END
El presente artículo, que es un resumen del estudio “Microfinanzas y Violencia patrimonial y económica contra las mujeres”, contiene los principales hallazgos de la investigación. Este estudio fue realizado por la Cámara Nicaragüense de Instituciones de Microfinanzas.
La violencia hacia las mujeres es una problemática social que limita el desarrollo integral de las mujeres en las distintas etapas de su vida. Esta violencia está basada en la desigualdad de poder existente entre hombres y mujeres, que configuran las relaciones dinámicas y roles que se establecen no solo a nivel social sino a lo interno de las familias. Las mujeres se integran a los mercados laborales formales e informales en una búsqueda de autonomía o por la necesidad de generar ingresos para su familia. La búsqueda se convierte en una lucha por romper y transformar esos roles tradicionales, realizando actividades económicas remuneradoras y desplazando el papel exclusivo de los hombres como proveedores de ingresos en la familia.
Es en los mercados informales en donde las microfinanzas se convierten en un aliado de las mujeres empresarias, apostando mediante el otorgamiento de un crédito a un empoderamiento económico. Sin embargo, algunos estudios de impacto de las microfinanzas señalan que el acceso al crédito por parte de las mujeres no trae consigo de forma automática el empoderamiento, dado que sus emprendimientos se desarrollan en un contexto de desigualdad y no siempre se logra el objetivo de empoderarlas.
Otros estudios muestran evidencias sobre cómo algunas estructuras patriarcales de acceso a los recursos limitan el empoderamiento de las mujeres; en estos esquemas se encuentran diversas formas de opresión: las clientas fungen como canales que intermedian crédito para sus esposos, compañeros u otros familiares y por ello no tienen control del recurso y corren todo el riesgo ante una eventualidad que afecte el repago del crédito, ya que son las titulares de la deuda ante la Institución de Microfinanzas (IMF); otras veces las mujeres no pueden acceder a un crédito por prohibiciones de los compañeros o hijos; también pueden ser víctimas de formas más sutiles de pérdida de sus recursos, como son las redes de colaboración familiar, en las cuales las mujeres no tienen control sobre los ingresos que generan sus negocios y terminan beneficiando a otros miembros de la familia, afectando así el desarrollo del negocio cuando los ingresos no son reinvertidos en este.
Los eventos antes explicados se pueden enmarcar en el concepto de la Violencia Patrimonial y Económica (VPE), que según la Ley 779, Ley Integral contra la Violencia hacia las Mujeres, es una “acción u omisión que implique un daño, pérdida, sustracción, destrucción, retención o distracción en los objetos, documentos personales, valores, derechos patrimoniales o recursos económicos destinados a satisfacer sus necesidades, bienes de una mujer y los recursos propios o compartidos en el ámbito familiar o de pareja”.
Actualmente, la violencia hacia las mujeres es reconocida como una violación de los derechos humanos y se ha vinculado a la situación de pobreza en las que viven las mujeres; por ello se hace necesario que al momento de estudiar esta temática tengamos en cuenta los múltiples factores y condiciones socioculturales presentes y que confluyen en esta problemática, pues situaciones como estas pueden ser causales de mora que afectan a la deudora.
Microcrédito
El microcrédito para las mujeres se ha visto como una herramienta para empoderarlas económicamente. Su análisis, desde una perspectiva de mujeres en el desarrollo, ha sido criticado por abordar la realidad de las mujeres pobres de forma limitada, y que se centra únicamente en sus necesidades prácticas de género en vez de las estratégicas.
Sin embargo, y contrariamente a esa crítica, desde una perspectiva de mujeres y desarrollo el microcrédito constituye como una herramienta transformativa que incentiva a la organización de grupos de mujeres y que responde a sus necesidades estratégicas.
Hoy en día, las mujeres empresarias constituyen el principal segmento de mercado de la industria de microfinanzas de Nicaragua. En Asomif, al 30 de junio de 2017, se cuenta con un total de 316,181 clientes mujeres (56% de la clientela), que manejan una cartera de más de 208 millones de dólares (45% de la cartera), principalmente destinados al financiamiento de la vivienda y el comercio.