¿Desigualdad en el acceso al crédito es igual a exclusión financiera?

Lucila Law* | 18 Mayo 2017 | END Edición Impresa
Desde que las microfinanzas hicieron su aparición en el escenario financiero se enfocaron principalmente en el otorgamiento de crédito. Esto era razonable, puesto que el aspecto más visible y más sentido de la “exclusión financiera” a que estaban sometidos los sectores más vulnerables de la población, consistía en no disponer de acceso al crédito que le permitiese desarrollar e impulsar su actividad productiva o negocio en que se desenvolvía; a final de cuentas, en una operación crediticia el sujeto de crédito requiere que le confíen recursos, pero por diversas razones inherentes a su condición de pobreza no parecía lograr esa confianza de los sistemas financieros convencionales. En consonancia con lo anterior, el crédito era la necesidad más apremiante del microempresariado para realizar su negocio, en ausencia de una oferta apropiada.

La oferta de microcrédito en Nicaragua es muy variada, y diversos oferentes públicos y privados compiten en el sector; no obstante, esta oferta se encuentra concentrada en zonas del país considerada con mayor potencial de desarrollo y crecimiento. Las instituciones ingresan con sus productos a territorios que les aseguren la recuperación de los fondos invertidos, y por ello demuestran cierta aversión al riesgo vinculados a la vulnerabilidad de los clientes sobre la base de criterios como el nivel de pobreza, su ubicación en lugares remotos, el acceso limitado a medios productivos y mercados, problemas de tenencia de la tierra y diferencias culturales y étnicas.

La Costa Caribe de Nicaragua es una de estas regiones consideradas de alto riesgo, por presentar muchos factores adversos: diversidad de lenguas, etnias y culturas, con un sistema político y de gobierno autónomo, comunidades indígenas cuya tenencia de la tierra es respaldada por la Ley 28 y Ley 445. Por tales y otras razones ha sido la última en tener la oportunidad del acceso al crédito. Es por ello que la Asociación para el Desarrollo de la Costa Atlántica, “Pana Pana”, incursionó en las actividades de microfinanzas.

En sus primeros años de actividad, las IMF impulsaron metodologías que procuraban el alcance y acceso al financiamiento a los segmentos excluidos, mediante la formación de grupos solidarios y la banca comunal, generalmente organizados en zonas urbanas o periurbanas con mayor concentración poblacional que facilita cubrir los costos del servicio; sin embargo, en zonas rurales marginadas y de mayor nivel de pobreza estos mecanismos no fueron considerados o levemente implementados. El acceso a crédito de grupos poblacionales en riesgo o en niveles altos de pobreza se ha visto condicionado principalmente por temas de costos relacionados a los gastos financieros al costo del fondeo externo, el costo interno de llegar a lugares remotos, montos de financiamiento muy pequeños y largas distancias entre uno y otro cliente, que no hacen sostenible el servicio; estos aspectos han generado desigualdades de acceso y han limitado las oportunidades que esos segmentos requieren para ingresar a los sistemas productivos y de esa forma mejorar sus condiciones de vida. De igual forma estas desigualdades obstaculizan el acceso a otros servicios que pueden potencializar a los pobres.

La inclusión financiera tiene como objetivo dar acceso a una gama completa de productos y servicios adaptados a las necesidades de esta población meta, utilizando -ahí donde es necesario- métodos innovadores en términos de distribución y concepción de productos. En consonancia con lo anterior, se entiende por Servicios Financieros Inclusivos aquellos servicios financieros que tratan de responder a una necesidad de desarrollo y/o integración de las poblaciones vulnerables no solo al sistema financiero, sino al bienestar socioeconómico.

El hecho de que las Microfinanzas durante muchos años hayan concentrado su actividad principalmente en la oferta de Microcrédito, parece obedecer a causas variadas, tales como: recursos financieros, tecnología, impedimentos regulatorios, etc. Actualmente se reconoce que las personas de menores ingresos tienen necesidades que van más allá del crédito, tales como el ahorro, los seguros, transferencias, medios de pago en general, etc.

A grandes rasgos estos servicios buscan resolver problemas o necesidades tendientes a:

• Fomentar el desarrollo económico de los microempresarios, poniendo a su disposición productos financieros y no financieros que amplíen o viabilicen su negocio y capacidad de generar excedentes.

• Proveer al microempresario con medios que le permitan responder a situaciones no recurrentes relacionadas con necesidades de la vida. Son -por tanto- productos orientados a proveer protección al microempresario y su familia, como los microseguros, el ahorro y las micropensiones.

• Llevar los servicios de microfinanzas a los segmentos más vulnerables del sector para la profundización, particularmente el crédito, a los estratos más pobres y con menos posibilidades de obtener financiamiento de las instituciones bancarias.

Con independencia de los enfoques que puedan privilegiarse, se espera que la «inclusión» redunde en la mejoría del nivel de vida. Más allá de los productos o servicios que faciliten el logro de este fin, su uso produce un efecto sinérgico y multiplicador que: (i) amplía los horizontes del microempresario; (ii) lo inserta en más dimensiones de la actividad financiera, y por tanto lo <<visibiliza y viabiliza>> como sujeto integrante de la dinámica económica de un país.

*Directora Ejecutiva de Pana Pana.

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